viernes, 6 de mayo de 2011

El día no está perdido

Cuando era adolescente tuve una etapa en la que quería ser flaca, flaca, flaca y me arruiné varios días de juventud divino tesoro tratando de hacer dieta estricta. Manzana de almuerzo, arroz integral, tomate partido al medio; todo natural, forzado, poco y sin ganas. Ni rúcula ni barritas de cereal, qué amargura, no existían. Dormir con la panza vacía: un logro; el reloj bailaba y la balanza espejo sonreía.

Pero después de días de tristeza culinaria, en algún recreo de la mañana inevitablemente sucumbía a esa maldita medialuna. Y esa medialuna tan rica, suave y liviana, le abría las puertas a dos más, era el pase libre para chocolates, helados, papas fritas, cualquier cosa. Ahora o nunca, ahora sí se podía, la dieta rota, el cuerpo gritando basta, el día perdido y a comer señores que se acababa el mundo.

Hace mil años que no me pasa eso con las medialunas, ahora crecí y como una medialuna, dos, y un sandwich de atún a la tarde, o mate, o una sopa de calabaza que me gusta. Pero en la vida "freelance" hay días negros que funcionan con ese mecanismo en otros aspectos: empiezan mal, uno no hace lo que quería hacer, la casa se derrumba, el cuerpo desaparece, el vestuario qué importa, no hay poroto que venga bien.

¿Recreos de control? ¿Necesidad de reciclar, revivir? Igual son días que son horas, minutos, segundos. Y un minuto puede ser negro, negrísimo y agarro un libro y sigue siendo negro pero no tanto, y salgo a caminar y respiro y el minuto es gris oscuro y hablo con alguien, me río y el gris parece amarillo y tomo té o un helado y música, un sahumerio y se empieza a hacer de noche aunque, mágicamente, yo vea salir el sol.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta esa vuelta a la juventud que haces =)

Sr. Coso dijo...

Iba a escribir un comentario y ante el esfuerzo de ser ingenioso, único y brillante y no encontrar nada que me satisfaciese iba a dar el día por perdido... Pero al final escribo esto y el día recomienza...

A pensar se ha dicho.

María dijo...

Franicio, vuelvo a la juventud con sensaciones, ojalá en algún momento vuelva con recuerdos... Gracias y saludos.

Sr. Coso, me emociona leerlo por acá.

Juan Manuel López Baio dijo...

Brillante. Aunque cuando el minuto negro se vuelve muy reincidinte, a veces al libro, el té, la caminata y la charla le crecen máscaras odiosas y no hay fuerza ni para patalear.
Te dejo una referencia que puede interesarte, aunque no la conozco personalmente:
http://blog.eternacadencia.com.ar/?p=13476

María dijo...

Gracias Juan Manuel! Lo había visto en ese mismo blog y me pareció que me podía servir para mi estudio del amor. Ahora me lo confirmaste, muy atento, gracias!