Ayer vino B a mi casa, tiró sus cosas en el sillón y empezó a hablar de asuntos que la andaban molestando. No eran problemas puntuales, eran de esos mareos que no se sabe de dónde vienen a teñirlo todo negro: se mezclaban el precio del alquiler con las canas nuevas con cambiar de trabajo con que su novio la había mirado raro. Traté de calmarla pero no hubo caso, B estaba triste y las palabras no la acariciaban. Resignada, partí a la cocina a hacerle un té, porque el té da paz. Preparé el té más rico que tengo en mi tetera nueva, hice tostadas y puse varias mermeladas y manteca en un platito que quedó como paleta de pintor. Frente a una mesa divina y en silencio, las dos empezamos a comer. A los pocos minutos B sonrió tímida, un arcoiris invertido después de la tormenta. Más tranquila, acercó las mermeladas para decorar con dedicación su segunda tostada y suspiró: “gracias, ya me siento mejor… No era angustia, era hambre.”
martes, 8 de marzo de 2011
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6 comentarios:
Maravilloso cómo puede ser simple a veces.
Justamente para eso están los amigos. ¿Quién sería tan necio de pretender que nos solucionaran los problemas?
No, los amigos "callan" cervezas si es necesario, o nos preparan tostadas con mermeladas en paleta de pintor y tetera nueva.
=)
Lindo relato,María.
¡Beso!
Lau.
Hermosas mujeres, las dos
Gracias a las tres!
Maria, me encantó el relato!
A Dios gracias, tengo una gran amiga que sabe como transformar mis tormentas en arcoiris!
Que linda es la vda con amigos
divino momento!
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