martes, 30 de noviembre de 2010

Creo que son artistas

Ya saben que cuando algo me emociona mucho no puedo escribir sobre eso, y menos si me deja llorando a moco tendido como me dejó el libro de Patti Smith. Cuenta su relación con Robert Mapplethorpe y cuando lo cerré lloraba por el amor, los artistas, los sueños, por la familia elegida, la necesidad de encontrar personas que nos ayuden a ser quienes somos:

Suspiraba por ingresar en el círculo de los artistas: su hambre, su modo de vestir, su proceso creativo y sus oraciones. Solía jactarme de que un día iba a ser la amante de un artista. A mi mente juvenil nada le parecía más romántico. Me imaginaba como Frida para Diego, musa tanto como creadora. Soñaba con conocer a un artista a quien amar y apoyar, con el cuál trabajaría codo a codo.

-Hay agua en las hojas de lechuga –dijo-. El pan te quitará el hambre. Pusimos las mejores hojas encima del pan y comimos con gusto.
-Un desayuno carcelario –dije.
-Sí, pero nosotros somos libres-.
Y aquello lo resumió todo.

Visitábamos museos de arte. Como solo teníamos dinero para pagar una entrada, uno de los dos veía el museo e informaba al otro. En una de aquellas ocasiones, fuimos al museo Whitney del Upper East Side, que era relativamente nuevo. Me tocaba a mí entrar sin él y lo hice a regañadientes. Ya no me acuerdo de las obras, pero sí recuerdo que miré por una de las singulares ventanas trapezoidales del museo y vi a Robert en la acera de enfrente, apoyado en un parquímetro, fumando un cigarrillo. Él me esperó y, cuando nos dirigíamos al metro, dijo: “Un día entraremos juntos y la obra será nuestra”.

Aquella reciprocidad se manifestaba en muchos de nuestros jueguitos. El más inquebrantable se llamaba “un día tú y otro yo”. La premisa era simplemente que uno de los dos, el protector, debía estar siempre alerta. Si Robert tomaba drogas, yo tenía que estar presente y consciente. Si yo me deprimía, él debía mantenerse animado. Si uno enfermaba, el otro permanecía sano. Era importante que nunca nos permitiéramos excesos el mismo día.

Robert siempre me decía: “Nada está terminado hasta que tú lo ves”.

Nos dirigíamos a la fuente, el epicentro de la actividad, cuando un matrimonio maduro se detuvo y nos observó sin ningún disimulo. A Robert le gustaba que se fijaran en él y me apretó cariñosamente la mano.
-Oh, sácales una foto –dijo la mujer a su desconcertado marido-. Creo que son artistas.
-Venga ya –respondió él, encongiéndose de hombros-. Sólo son unos niños.

(Fragmentos de "Eramos unos niños", de Patti Smith)

6 comentarios:

Lusi dijo...

definitivamente se cumple el objetivo: lo que escribís en este blog, hace bien.

María dijo...

Gracias Lusi, qué bueno que pienses eso.

sole dijo...

Cada día me emocionas un poco más o un. mucho más.tiene razón Lusi.

Vir dijo...

Coincido absolutamente!
Gracias María

mara dijo...

buenísimo

Jonessy James dijo...

bello, bello.

saludos afectuosos