domingo, 4 de julio de 2010

Viaje

Cuando era chiquita mi abuela siempre se arreglaba para ir al aeropuerto. No sólo cuando iba de viaje: se ponía linda también para buscar a cualquiera. A mí me parecía un poco raro tanto maquillaje, los tacos y el perfume a las cinco de la mañana. Mi abuela tenía a mi abuelo pero me enternece pensar que esperaba encontrar al amor de su vida, un novio italiano o francés.

Era la mujer más coqueta del mundo y ay, María por qué nunca un poco de colorete, ponete unos aros, mirá cómo andás con todo ese pelo revuelto. Lo mío no era rebeldía, más bien creo que era ignorancia. Pasaron algunos años hasta que le encontré la gracia a tunearse uno mismo, a adornarse, a elegir lo que nos envuelve, lo que ven los otros: un estampado, una pulsera, un rodete.

Ahora sentada en un avión me acuerdo de las polleras hippies que usaba a los dieciocho, cuando estudiaba cine, de mi pelo indomable y lo poco que entendía a mi abuela cuando se ponía rush para dormir la siesta. Mi abuela, que además de intentar remodelarme se preocupaba porque con el cine te vas a morir de hambre. Me voy a filmar a Barcelona, pero esto más que un viaje a Europa es un viaje en el tiempo.

5 comentarios:

clara t. dijo...

me encantó...............

Anónimo dijo...

María.
No lo tomes a mal, no me gusta escribir para criticar, pero pienso que quizás entiendas lo que te quiero decir.
Me parece que la idea está buena pero que le falta trabajo, pulido, a diferencia de lo que escribís generalmente.
Estoy segura de que no lo vas a tomar a mal y como escritora que sos, vas a entender lo que te digo.
Exitos en Europa!!!!
Lala

María dijo...

Lala, tenés toda la razón del mundo. Tengo la cabeza en cualquier lado... Espero poder volver a escribir.
Saludos y gracias!
Clara, gracias por tu incondicionalidad, ja. Besos.

Unknown dijo...

Supongo que pulir demasiado a veces no es bueno. Los primeros escritos, los borradores más precisamente, llevan consigo una comunicación primitiva. Después pueden venir los adornos, el retoque, el "tuneado". Lo que importa es que el lector se compenetre, que "vea" mientras lee, que "sienta" mientras cada palabra aparece delante de sus ojos.

Lo de la abuela me encantó. En serio...

María dijo...

Gracias Miguel!