Hay noches que son resabios de otra época: hablo con gente que no me interesa, tomo de más, me pongo contenta porque dicen que estoy linda, permanezco sin ganas de permanecer. Esas noches me dejan descuajeringada, me arruinan cualquier posibilidad de pasarla bien al día siguiente, y ni hablar de leer o escribir, que es lo que más me gusta.
El sábado fue una de esas noches, terminé a las cinco de la mañana con una amiga colgando del brazo que vomitó en la puerta de mi casa. Qué hago acá, quién me manda, nunca más. Y entonces ayer domingo fue uno de esos días. Me muero de hambre, me duele el pelo, qué me pasó, quién me mandó.
Recién a las seis de la tarde pude llamar a mi papá. En mi familia paterna no hay no me llamaste, no me dijiste, no me regalaste. Demasiado liberales tal vez, es un código interno que fuimos instalando con el tiempo y que llegó para quedarse. Así que feliz día del padre y nos vemos a las diez en la parrilla de siempre.
Mi papá llegó con su novia y mi hermana y yo interrumpimos los chismes semanales para darle un abrazo y los regalos. El de mi hermana era un libro y venía, como siempre, envuelto y metido en una bolsita. Mi papá sacó el paquete gracias y lo tanteó como un ciego, miró a mi hermana con una sonrisa: Larraquy.
Mi hermana abrió los ojos no lo puedo creer. ¿Es Larraquy o no?, repetía mi papá evaluando flexibilidad, tamaño y peso del paquete. No lo puedo creer, sí, es el último de Larraquy, le confirmó ella mientras él lo abría gracias, hija. Después nos sentamos, el libro quedó en un costado de la mesa.
Yo estaba muerta de hambre, la resaca de vino me da sed de pan, de carbohidratos. Cada uno habló de sus cosas. Con la entraña, la ensalada y la charla me fui sintiendo un poco mejor. Miraba el libro y a mi papá, más que nunca me sentí su hija. Esto lo escribo, pensé, y basta de esas noches en las que me olvido que soy la hija de un catador de libros.
5 comentarios:
Explicaste con ese " estilo María" ( sí, para mí tenés estilo propio, cosa no tan sencilla de lograr), lo que se piensa después de esas salidas.
También me ha pasado de sentirme desubicada, como fuera de contexto, pero al mismo tiempo creo que sirven para reafirmarse, volver a elegir qué cosas tenés ganas de hacer en esta etapa de la vida, y qué otras han pasado a la historia.
un abrazo nuevísimo, sin estrenar.
Lau.
Totalmente Laura, esas noches son como un reseteo, cada tanto vienen bien, para reencarrilarnos.
Renovadas gracias!
no me canso de decirtelo... escribis de una manera tan calida y tan impecable.
y esas noches deben existir por que sino no sabriamos distinguir entre las que SI valen la pena.
besos
me gusto mucho!!!!!!!
Gracias Clarassss, gracias a las dos.
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