Hace unos meses traté de dibujar a alguien en el desayuno. Era domingo, hacía mucho que no agarraba los lápices y no sé por qué los malditos estaban ahí cerca de las medialunas. Ni sé cómo se me ocurrió.
Mi objeto de estudio, voy a llamarlo K, se instaló respetuoso en una postura doble de modelo y lector de diario, fumando tranquilo, dispuesto a ser retratado el tiempo que fuese necesario. Y era muy lindo, qué más se le podría haber pedido.
Como siempre empecé mal: líneas inseguras, desproporciones, firuletes caprichosos. Ya voy a cruzar el umbral pensé y seguí, persiguiendo ese momento en que las formas se afianzan y los firuletes se vuelven ojos y boca y la cara aparece y la gente se sorprende porque dibujo bastante bien.
Pero el umbral nunca llegó y K en la hoja era cada vez más deforme. Se me rebelaban las líneas, los ojos no estaban tan mal pero la boca y el mentón eran un desastre. El me alentó a seguir pero no hubo caso. Empecé a reírme, como siempre que me pongo nerviosa. K dijo que le gustaba mi sonrisa.
El problema es la forma de tu cara, lo culpé. Vencida y resignada como pocas veces, corté el retrato por la mitad (no quería que se fuese con las manos vacías, por lo menos que se llevase sus ojos y su pelo). Me agradeció el “medioretrato” con tanta dulzura como si hubiese estado entero.
Tardé una semana en rectificarme: el problema no había sido la forma de su cara, es imposible dibujar a alguien que te desarma con la mirada, le escribí, y ahora que lo vuelvo a escribir me da un poco de vergüenza.
Pasaron las horas, los colectivos, las cosas, las nubes y hoy, por lo que les transcribí de Philip Roth, me acordé de esa mirada (que paradójicamente fue lo único que pude esbozar). Anduve con una sonrisa todo el día. Si vuelvo a dibujar a K voy a contagiarle mi sonrisa y a focalizarme en su boca.
5 comentarios:
Qué suerte que dibujaste sólo un medioretrato.
Ahora tenés la excusa perfecta para volver a perderte en otra parte de su rostro, y luego recordar ese momento. Entonces pasar el día con una sonrisa en la cara y luego llegar a tu casa y escribir un gran post sobre el buen día que pasaste recordando esa nueva mitad del medioretrato.
Un abrazo María,
Laura
Hola Laura, las imperfecciones terminan siendo más interesantes que lo perfecto, no? Un beso grande para vos.
venga entocnes para el resto del retrato. seguir intentando hasta hacerlo de uno, que en definitiva un artista es un predador hambriento.
(y el tema es el hambre justamente, que te nubla el razonamiento, pero te agudiza los sentidos al infinito)
suerte con la boca.
jonessy
Mientras leía, imaginaba la escena con un rayo de luz atravezándola.. Y sí, habrá que seguir esbozando para seguir descubriendo, y ganando sonrisas que duran todo el día (y más). Ojalá ese retrato no concluya nunca!
Beso grande!
PD: nada de que avergonzarse, querida escritora
a no dejar las cosas por la mitad!!
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