En publicidad, un casting es una convocatoria de gente que reúne requisitos para un personaje: mujeres entre cuarenta y cuarenta y cinco años, look italiano, altas. Presentarse entre las diez y las seis vestidas de ejecutivas en tal calle, tal número.
Después de un minucioso filtrado, se les mandan los videos del casting a los directores extranjeros para que elijan a quiénes quieren ver en persona apenas aterrizados en nuestro país unos días antes de filmar: el callback.
En el callback, el director y yo nos vemos profundamente por primera vez: yo sé si le gusta que me quede cerca, si es un vago o un trabajador, si quiere mi opinión o prefiere sus intuiciones; él, sabe si tengo el empuje necesario, si entiendo lo que busca, si puede confiar en mí.
Generalmente me llevo bien con ellos, pero muy rara vez alguien me interesa en todas sus dimensiones. Si eso pasa mi trabajo es maravilloso; si pasa lo contrario, es un infierno. Ahora estoy trabajando con un director, voy a llamarlo K, que le da sentido a lo que hago.
Nos falta una de las actrices para el comercial y el viernes hubo que hacer un día más de casting. K quiso estar presente durante toda la jornada (recuerden que a un casting va gente que ni el director ni yo llegamos a ver nunca porque la filtran). K es un trabajador.
Así empezó a las diez de la mañana un desfile de mujeres operadas, mintiendo la edad, acompañadas por sus hijos, tristes, preocupadas por que se les veía la tirita del corpiño, presentándose a cámara como “divorciada”. Cada una, un ejemplar único de un género divino.
Y así lo conocí a K: no importaba si ellas medían uno cincuenta o si les faltaban todos los dientes de arriba, él las hacía actuar y yo explicaba una y otra vez lo mismo, los dos sabiendo que nunca estarían frente a la cámara de verdad. Cuando salían, K y yo nos mirábamos cómplices de algo que entendí después.
Seguimos: cada mujer era tratada como a una potencial protagonista. K dirigiéndolas y yo ayudándolas a acomodarse el pelo, la pollera, ponerse y sacarse el saco. Después de un día entero de casting uno siente que estuvo en contacto con la humanidad, no dejan de sorprenderme las infinitas y únicas combinaciones que forman una persona.
Hacia el final, en un hueco a la espera de alguna más, miré a K que parecía cansado, él me devolvió la mirada y sonrió, muy dulce. Yo también estaba algo cansada, pero no se lo demostré. No era cansancio físico, estoy acostumbrada a trotes muchísimo peores.
Y de repente pum, la mágica revelación: K y yo habíamos estado representando todo el día la misma escena, repitiendo los mismos diálogos y las mismas acciones para un público de mujeres que no podían actuar, y que nunca se enteraron que eran ellas las directoras del casting.
6 comentarios:
jajajajajaaj que lindo!!!
k me hace acordar a mh......te quiero !!! me haces reir,filmo hasta el jueves sin parar,pero nos vemos cuando terminemos....
besos
j
esos momentos de verdad sorpesiva en la vida...
muy interesante el relato (no sabía que te dedicaras a eso... pero creo que pega bien con mi imagen de tu persona), me ha caído muy en simpático K. lindas sus actitudes, linda la reversión de las cosas, lindas deben haber sido todas esas mujeres, bella en su propia condición.
saludos
jonessy
por lo que relatas sos primera de dirección. yo soy segunda, me pregunto si te conoceré, como te llamás?
María,
Hermoso, seguí escribiendo.
Tu mirada cinematográfica de la vida conmueve.
Me parece que vas encontrando tu propia voz.
M. Laura
muy bueno!
Gracias M. Laura y Mara!
Carrusel? Me llamo María Alvarez.
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