Hace poco tuve una revelación de esas que son como los dolores de panza, aparecen de repente y sin avisar. Llegó algo tarde, pero me cambió la vida.
No quiero generar intriga, porque como el dolor de panza, no es nada grave. Es sólo que descubrí que se puede decir algo distinto a lo que uno piensa. Dirán, pues claro querida: mentir.
Pero no. Sé lo que es mentir desde muy chiquita, cuando me comía el ultimo pedazo de torta de la heladera o veía televisión de más. Esto es distinto, es más complejo, es como un gris entre el negro-mentira y el blanco-verdad.
Siempre me costaron los grises, será por eso que recién me vengo a enterar de que existe este: lo que uno piensa se puede editar, se puede adaptar, se puede filtrar, se puede freezar.
Es muy probable que el descubrimiento me haga un poco menos espontánea y pasional. Pero me siento con un nuevo poder, como de mujer biónica: si me concentro, lo que sale de mi boca es, nada más y nada menos, lo que yo quiera que salga.
6 comentarios:
Obvio amiga, eso se llama decir la mitad de la verdad.....
Si, pero esos grises son todo un gasto de energía.
me quedo igual con el hago despies pienso.no siempre sale bien jaja
beso
me gusto me gusto
celebro tu post
un abrazo
jaaaa Muy bien, María!
A eso llamo yo aprovechar al máximo las múltiples propiedades de la linguística..
un beso!
"tu fiel seguidora" jaaaa
Lau
Es parte de conocerse uno mismo. Los grises son diferentes para cada uno.
Bonito :)
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