domingo, 19 de julio de 2009

María, hacete amiga del dolor

Si hay algo que heredé de mi infancia es la capacidad de hacerme nuevos amigos. La amistad ocupa una gran porción de la pizza que es mi vida, y mucha de la arena que cae en mi reloj de tiempo.

El jueves a la noche salí con unos amigos y volví a las tres de la mañana. Cuando me estaba lavando los dientes, sonó el teléfono: una amiga angustiada que no había podido contarme algo enfrente de los otros. Cuando uno vive solo se puede hacer cualquier cosa a cualquier hora.

Hablamos bastante y se fue calmando. Yo mientras hice las cosas que hago antes de acostarme y cuando cortamos ya estaba tapada hasta el cuello con la luz apagada. Como siempre, me dormí rápido.

Nunca me despierto a la noche, pero el jueves sí. A las pocas horas me levanté con un dolor de muela más agudo que cualquier timbre. Me tomé un analgésico, me hice un té y volví a apagar la luz, pero el dolor seguía más fuerte que antes (como el despertador, que si no lo parás te termina matando).

Sola en la oscuridad de mi cuarto y a las seis de la mañana, traté de tranquilizarme y de silenciar mi cabeza taladrante con me dueles, me duele, me duele mucho, ay cómo me duele, mamá, dentista, me duele, alguien, Dios, me duele, anestesia, me duele muchísimo me duele.

Primero callé esas voces y después, con una mucho más calmada, me dije: A ver, apareció este dolor y se quiere quedar un rato parece, aceptalo primero, en vez de tratar de extirparlo, taparlo y negarlo con remedios y pataleos mentales, fijate cómo es, incorporalo como algo más que tenés que aceptar además de estar acostada en una cama con los ojos cerrados. Y por más zen y tonto que suene, me dormí.

Al otro día me levanté un poco mejor, el dolor se escondía si mi cuerpo estaba en movimiento y aparecía traicionero si me quedaba quieta. Así fue el viernes y el sábado. Pero hoy domingo, cuando me senté a trabajar en la computadora, el muy maldito se puso insoportable. Entonces agarré el auto y salí desesperada a la guardia. Porque tengo capacidad para hacerme amigos nuevos, pero tampoco es cuestión de hacerme amiga de cualquier cosa.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Lindo, muy lindo.
ML

Anónimo dijo...

Ya te dije que es un placer leerte,no?
Beso grande, que te sientas mejor.
Vero

Anónimo dijo...

" María, no te hagas amiga del dolor".
Si el dolor no te permite sentar frente a la computadora a escribir este blog, es razón más que suficiente para deshacerte de él.
No sea cosa que nos deje sin tus relatos...¡no, eso sí que no!

un beso grande!
Laura.

María dijo...

Mirtha Legrand?

Gracias chicas. Ayer me hicieron mi primer tratamiento de conducto, buuuuaaaahhhh.

Diego dijo...

No era...
"Diego, hacete amigo del dolor" segun la Portuaria? :D
Buen texto.
Salute!

María dijo...

Claro Diego, es una adaptación... Es tu nombre el que va ahí no el mío.

viajecomoelorto dijo...

Me encantó Mery. Te dejo una frase que me encanta: "Donde hay dolor, habrá canciones", de Bebamos de las copas lindas. Porco Rex Indio Solari.

Un beso grande. Cande

Colo dijo...

Me gusta mucho leerte, Maria. Mucho!
Abrazo sin gripe

Anónimo dijo...

Siempre te leo, me gusta como escribes, te conocí por mi hermana pequeña, que es amiga de tu hermana pequeña....Bueno parentezcos aparte me gusta lo de no hacerte amiga del dolor.
Felicitaciones encanta leerte y es la primera vez que te dejo un comentario!!!!
MCA

María dijo...

Cande y Colo, gracias!

MCA: Cómo se llama tu hermana pequeña?
Un beso y gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Mi hermana es Luciana son amigas y compañeras de la facu.
Besos y ahora que me atreví a cruzar el umbral te dejaré algún comentario de vez en cuando.
Un beso MCA