Ayer, sábado a la tarde, estaba en mi casa viendo el pobre partido de Federer y Del Potro (que después del de Djokovic y Nadal, el mejor partido de los últimos tiempos, parecía un peloteo entre principiantes) y me llamó Aguirre para pedirme que la acompañara en mi auto a hacer un tour por las mejores panaderías de Capital Federal.
Estas semanas ando haciendo malabares para no enfrentar la dolorosa realidad de lo mucho que me cuesta escribir. Por eso, hacerle un favor a una amiga y adquirir un conocimiento específico en materia gastronómica me parecieron razones más que suficientes para evitar romperme la cabeza y el corazón frente a la computadora.
Aguirre necesitaba ir a catar medialunas y sándwiches de miga para una nota que está escribiendo para la revista “Joy” . Me dijo que si yo prefería podíamos ir el lunes, pero automáticamente pensé en el tránsito y en empezar la semana devorando bolas de fraile y le dije que la pasaba a buscar en media hora.
Armamos nuestro recorrido de Barrio Norte a Belgrano. Parábamos en la puerta, Aguirre bajaba, compraba una medialuna y un sándwich de miga y en el camino a la próxima panadería degustábamos media y medio y sacábamos nuestras conclusiones, comparábamos precios, calidad de atención y teorizábamos sobre esencias y cantidad de fetas de queso. Como se huele café entre perfume y perfume para resetear el olfato, nosotras tomábamos agua bien fría entre croissant y croissant.
Fue como estar en una “street movie”: el auto se fue llenando de bolsas de papel y de restos de cosas que nos resultaron incomibles, manejé como tres horas y terminé agotada (con un par de kilos más). No les puedo explicar la sensación de saciedad que produce estar tan pendiente de lo que indican las papilas gustativas, creo que ése fue mi mayor descubrimiento.
Conclusiones: el mejor sándwich de miga es el de Santa Paula (Scalabrini Ortiz y Cabello), las mejores medialunas son las de Dos Escudos, El Galeón y La argentina. Pero la mejor panadería en general (sería como el Martín Fierro de oro) es la de unos franceses en Chacarita que se llama “L’epi”.
Después de todo, no fue tan improductiva la tarde de ayer. Aunque no escribí como planeaba aprendí varias cosas. Y hoy domingo lo mismo, había decidido sentarme a escribir desde las seis, pero antes tenía que contarles esto y ahora me acaba de tocar el timbre mi vecino para invitarme a ver un video. Es verdad que me cuesta muchísimo escribir, pero los demás tampoco ayudan. Además, ver una película tiene que ver con lo que hago, y siempre puede ser fuente de inspiración para lo que me siente a escribir mañana .
3 comentarios:
Perperopero
"Además, ver una película tiene que ver con lo que hago, y siempre puede ser fuente de inspiración para lo que me siente a escribir mañana"
O sea que es mejor ver una película con Gerardo que ir de rally gastronómico conmigo?
¡Tonterías!
Si ver una película fuese más interesante que ir a probar medialunas este post hubiera sido al revés. Hubieras contado todo lo que hiciste con Gerardo y al final hubieras dejado de escribir para ir a comer facturas conmigo...
Ir de rally de medialunas te da sobre qué escribir. Las películas muy pero muy de vez en cuando.
Tenés que ver Ally Mcbeal.
jaaaaaaaaaaaaaaa
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