martes, 24 de marzo de 2009

Escribir la vida.

Anaïs Nin escribió un diario íntimo desde 1914 a 1977. Sí, desde los once años hasta el día de su muerte escribió sobre todo lo que le pasaba y pensaba. Les transcribo abajo algunas cosas, sesenta y tres años es mucho tiempo. Menos mal que sólo leí unos tres o cuatro años. 
(Crecer.) Anoche lloré. Lloré porque el proceso a través del cual me he hecho mujer ha sido doloroso. Lloré porque he dejado de ser una niña con una fe ciega de niña. Lloré porque he abierto los ojos a la realidad, al egoísmo de Henry, al ansia de poder de June, a mi insaciable creatividad, que ha de mezclarse con otros y no se basta a sí misma. Lloré porque ya no puedo creer y me encanta creer. Eso quiere decir que amo humanamente. Lloré porque de ahora en adelante lloraré menos. Lloré porque ha desaparecido el dolor y todavía no estoy acostumbrada a su ausencia.
(Psicoanálisis.) Me siento oprimida, como si sus preguntas fueran embestidas. Tengo una gran necesidad de él. Sin embargo, el análisis no me ayuda. El dolor que produce vivir no es nada comparado con el que produce este minucioso análisis.
(Henry Miller) … Veo el sombrero manchado y el agujero que tiene en el abrigo. Otro día me hubiera conmovido, pero hoy me doy cuenta de que es pobreza voluntaria, calculada, intencional, nacida del desdén hacia la burguesa que sujeta el bolso con firmeza.
… Y ahí está Henry, en constante comunicación con el mundo, como si estuviera eternamente sentado a la cabecera de un gigantesco banquete.
(Matrimonio.) Marido y mujer hacen lo mismo cuando se aman hasta la muerte. Se chupan mutuamente hasta quedar exprimidos. Al cabo de un tiempo se encuentran frente a frente como cáscaras huecas.

(Viajar.) ¿Viajar? Para viajar uno debe amar el cielo, los países, enamorarse de las ciudades, pero separar su yo de los individuos. Ahí está el remedio, el secreto de la felicidad: amar el universo con sus aspectos cambiantes, sus maravillosas antítesis y sus analogías, aún más maravillosas. Así, el mundo exterior se vuelve una fuente inalterable de alegría, tanto más perfecta por cuanto somos su único espejo; los golpes y las heridas sólo provienen de los seres humanos.
(Su diario.) ¡Mi pobre diario, estoy furiosa contigo! ¡Te odio! El placer de confiar en ti me ha vuelto artísticamente holgazana. Es un placer tan fácil escribir aquí… tan fácil. Y hoy observé cómo el diario ahoga mis cuentos, como te relato cosas de manera tan despreocupada, irreflexiva, no artística. Todo el mundo te odia. Me has estorbado como artista, pero a la vez me has salvado la vida como ser humano. Te creé porque necesitaba un amigo. Y he derrochado mi vida en la conversaciones con este amigo.
... Se agregan más páginas al diario, pero son como el paseo de un preso, ida y vuelta sobre los dos metros de espacio que se le asignan.
(Escribir) El autor es como un duelista que jamás se presenta a la hora señalada, que recoge el insulto como un dato curioso, lo despliega sobre su escritorio y se bate a solas. Algunos lo llaman debilidad. Yo lo llamo postergación. Lo que en el hombre es debilidad, constituye la gloria del artista, su calidad. Lo que derramo en lo dicho o lo hecho, rara vez lo restituyo en la página escrita. Lo que conservo y reúno es lo que estalla luego en la soledad propicia. Por eso el artista es el hombre más solitario del mundo: porque vive, lucha, guerrea, muere, renace a solas, siempre a solas.
(El hogar.) Hace unas noches, cené con Henry en Cliché. Vino, música, libros.-Tengo tantas cosas en este cuarto –dijo él-. Podría vivir aquí. Para eso es un hogar – señalé-. Para contener las cosas preciosas que necesitamos, nada más. …Estoy sentada junto al hogar sobre almohadones anaranjados. Henry pinta. Hay acuarelas en el piso, libros abiertos sobre la mesa y el escritorio, notas, manuscritos. Con Henry siempre estoy en el paraíso.
(La individualidad.) Vi el derrumbe, el éxodo de los norteamericanos, los cambios y el caos provocados por la situación mundial. Vidas individuales conmovidas, envenenadas, alteradas. El conflicto y la inestabilidad. Me sentí abrumada. Me dolió durante un día. Y luego, con obstinación mayor, furiosa, desesperada, reanudé la construcción de mi vida individual como si no sucediera nada. Me niego a caer en el pesimismo y la inercia universales. Me pongo anteojeras, me tapo los oídos con cera. Seré aquella a quién fusilarán mientras baila.
(Fragmentos de los diarios de Anaïs Nin, 1931 a 1934)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hermoso

Unknown dijo...

Hola. descubrí tu blog gracias a mi insomio...me encantó, que lindo lo que sentís, los etxtos que elegís.me encanta, entre tanto blog pasatista encontré un refugio para el alma,estoy emocionada por lo que escribe acerca de crecer, es magnífico, el psicoanálisis,a veces, salís de terapia y decís..para qué ahondar tanto? felicitaciones!!!

María dijo...

Gracias Maria de los Angeles, ojalá el blog te ayude a dormir...