“Sabes muy bien que no amamos a nadie por sus virtudes; yo he llegado incluso a pensar que amamos más a los parias, a los viciados, a los pendencieros que a los virtuosos. Pero me he hecho más viejo y más sabio, y ahora sé que no amamos a alguien por sus errores y por sus pecados, como tampoco por su belleza, su bondad o sus virtudes. Esto sólo se comprende cuando uno llega al final de la vida, cuando ya no valen ni la sabiduría ni la experiencia. Es una moraleja difícil de aceptar, sí, porque no tiene consuelo ni admite coqueteos. Hay que reconciliarse con la idea de que no amamos a nadie por sus cualidades o sus defectos, por su belleza, por ejemplo, y, por más extraño que parezca, ni siquiera por su fealdad, su joroba o su pobreza; simplemente lo amamos porque en el mundo rige una voluntad en tal sentido, una voluntad cuyo contenido exacto somos incapaces de descubrir, una voluntad que quiere hacerse valer de manera espontánea, para que el mundo pueda renovarse en su espiral eterna; una voluntad que toca las almas y los corazones con una fuerza terrible y según un criterio incomprensible, que hace funcionar las glándulas y que nubla hasta las mentes más brillantes.”
(Fragmento de "La amante de Bolzano" de Sándor Márai)
2 comentarios:
Me gusta, me gusta.
me parece muy cierto.
Te puedo dejar algo que leí y que esto me recuerda?
Bueno, lo haré de todos modos :-)
"Ya sabes que todo lo que exise en el universo está compuesto de átomos. Están por todas partes. Están en el aire transparente, en las piedras rugosas, en nuestra carne blanda. Y hay tantos, tantísimos átomos en el universo que su número resulta inimaginable. Son cifras inhumanas que no caben en la cabeza. Los átomos se agrupan en moléculas; dos o más átomos unidos de manera más o menos estable forman una molécula. [...]Por añadidura, los átomos, además de ser muchísimos, son prácticamente eternos. Duran y duran un tiempo incalculable. De manera que esa cosa tan minúscula es inmensa en número y en persistencia. Los átomos se pasan sus larguísimas vidas moviéndose de aquí para allá y haciendo y deshaciendo moléculas. Sin duda parte de los átomos que hay en nuestro cuerpo proviene del corazón candente de algún sol lejano. Ya sabes, somos polvo de estrellas. Y no sólo eso: estadísticamente es más probable que tengamos millones de átomos de cualquiera de los personajes históricos que puedas nombrar. Mil millones de átomos de Cervantes. Y de Madame Curie. Mil millones de Platón y otros mil millones de Cleopatra. Los átomos tardan cierto tiempo en reciclarse, o sea que tiene que pasar bastante tiempo de la muerte de alguien para que sus átomos consigan volver a entrar en el circuito; pero se puede decir que todos los seres humanos que ha habido en la Tierra viven en mí, y que yo viviré en todos lo que vendrán en el futuro"
(Cerebro en "Intrucciones para salvar el mundo", de Rosa Montero)
Publicar un comentario