Cada vez que termino un trabajo muy grande quedo como una tortuga dada vuelta. Me tengo que guardar unos días en mi casa viendo películas, leyendo, tomando mate y cicatrizando.
Acabo de terminar un comercial para Nike. Cuando me llamaron para hacerlo, me tentaron diciendo que era probable que viniesen algunas “celebrities”; les decimos así, en inglés, como también llamamos “wrap” al momento de terminar de filmar o “scouting” a la búsqueda de locaciones. En publicidad usamos un “spanglish” bastante desagradable que se basa en hablar mal y rápido interponiendo muchas palabras en inglés.
Estas “celebrities” podían ser Beyoncé (nadie me importa menos), Matthew McConaughey (bastante lindo, mis asistentes estaban fascinadas y se peleaban por ir a buscarlo a Ezeiza), un jugador de fútbol (ni me acuerdo bien quién, creo que era Ronaldinho) o, y esto era lo más probable, Federer y Nadal. Ya saben que yo no puedo elegir entre Federer y Nadal, me gustan los dos.
El primer día, apenas pisé a la productora, ya era seguro que de venir alguna de estas “celebrities” sería sólo Nadal. Bueno, por lo menos uno, pensé. Pero pasaron los días y resulta que el caprichoso Rafa también quería jugar en Australia. Entonces, para resolver el conflicto de semejante ausencia, filmaríamos con él “vía ichat”. No, no es un chiste. Es una moda ya común para los “callbacks” (llamar una segunda vez a los actores preferidos para verlos en persona) y pruebas de vestuario. Es una moda que llegó para desdoblar a directores y ahorrar en pasajes y tiempo.
El director, Tim, estaría en el cuarto de su hotel, con aire acondicionado y la notebook conectada a la cámara de su chat. Nadal estaría en una locación en Australia, con otro equipo de filmación paralelo que recibiría las indicaciones de Tim como si fuesen las de “Gran Hermano”. Acá sería de noche y allá de mañana. Sólo tendríamos tres horas con el número uno del mundo así que el asunto, de vida o muerte, era que la conexión a Internet no fallase.
Puede que a muchos no les sorprenda que hasta dirigir se pueda por Internet. Yo todavía no salgo de mi asombro. Me imagino, en un tiempo no muy lejano, a los directores tirados en su casa tomando cerveza, con la computadora en la cama, dando las indicaciones mientras una chinita linda les da un masaje en los pies, con los nenes haciendo la tarea del colegio al lado. A muchos directores que conozco se les hace agua la boca de sólo pensarlo.
Fueron pasando los días y lo único que se volvió a comentar de Nadal es que no estaba disponible. Las “celebrities” terminaron siendo quinientos extras calcinándose en Diagonal Sur y una pareja de adolescentes que dudo puedan volver a mover las piernas por un mes después de lo que corrieron.
Ahora yo, mientras el Abierto de Australia me ayuda a cicatrizar en mi casa, no puedo dejar de escuchar unos grititos lejanos que vienen como desde el futuro. Algo así como fantasmas que susurran con cierta vergüenza: ¡Camisoooón! ¡Camisooooooón! ¡Camisoooooón! Parece que ahora hasta filmar anda pidiendo camisón.
1 comentario:
Totalmente! Un día como hoy -medio gris, final de un enero pesado- me gustaría venir a trabajar en mis pantaletas de invierno. Y gozar cómoda y calentita del aire acondicionado en la oficina.
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