En el
living había olor a reunión de mujeres. “Es curioso –pensó-, es como si
existiera el olor blanco, eso es lo que hueles cuando se mezclan los olores de
todas las mujeres: un olor vago, a mujer…” ¿Olor a qué? Parecía contener notas
de lavanda, de pino, de flores, de hierbas, de limón, de manzanilla, de
eucaliptus y de menta, pero la mezcla daba sólo un olor vegetal. Parecía olor a
piel de visón, a cuero de tapicería, a apresto de tela sintética, a seda cruda
estampada con tinturas naturales y a la lana salvaje, pero mezclado era sólo
olor a indumentaria. Parecía oler a animal, a vaca, a yegua. A gato de angora y
a lechigada de ratones recién nacidos, pero era imposible fijar la atención en
uno solo de esos posibles olores, era simplemente olor a animal, olor a lo que
un experto perfumista imaginaría que es un animal. Era un olor dulce, amargo,
agrio, astringente; sedante, excitante, definitivo e impalpable. Era, en suma,
olor a olor, a eso olía el olor a mujer, es decir, el olor que deja una reunión
de mujeres que usan diferentes perfumes: olor a vieja.
(Fragmento de “Nuestro modo de vida”, de Fogwill)
2 comentarios:
Excelente texto, yo le dije a mi hija que me avise si me siente olor a vieja!
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